Me hicieron pensar el conflicto interno que vive Colombia de manera distinta, me hizo pensar otra vez que los colombianos estamos mirando esta guerra en la que estamos inmersos de manera ciega.
Lo que vimos ayer en la fiesta de libertad que se dió en Villavicencio fue el regreso de un ser humano a su familia, fue el regreso de un ser humano que entiende y comprende el dolor de sus compañeros en cautiverio, fue el regreso de un ser humano que acostumbrado a las comodidas menospreció su situación en comparación con las historias de vida de los soldados que lo rodearon durante 7 años y 7 meses de cautiverio.
Me conmueve que el país esté tan polarizado, me conmueve ver como telón de este diálogo de sordos -gobierno y farc- el sufrimiento de los secuestrados, me duele en mi conciencia las palabras » se están pudriendo en la selva y tenemos que sacarlos a todos»…
Y me conmueve aún más pensar que una mirada distinta al conflicto interno, desde sus verdaderas causas y origenes haga que tantos compatriotas se pongan a la defensiva.
No podemos negar nuestra historia, no podemos negar que muchos de los combatientes de la guerrilla son también víctimas de la violencia, de la falta de oportunidades de desarrollo, de trabajo en regiones en donde el Estado colombiano estuvo ausente.
La política de seguridad democrática ha debilitado a las farc, pero esta estrategia por sí sola no borra las profundas raíces de nuestro conflicto interno, la política de seguridad democrática si es tan fuerte es capaz de abrir escenarios de diálogo y de entendimiento, sin perder la fuerza y la acción del Estado.
Es claro que se necesitan más demostraciones de Paz, es claro que se necesitan reglas de juego claras, es claro que el conflicto interno se debe humanizar por parte de ambos bandos, es claro que se debe renunciar al secuestro, es claro que los colombianos no podemos seguir combatiendo la violencia con más violencia.
Es claro que el país no puede seguir polarizado en la disyuntiva de la paz y la guerra, es claro que es una falacia pensar que borramos la violencia terrorista con las armas del Estado solamente.
Es claro que el corazón grande también debe ser para los miles de compatriotas secuestrados, muchos con 10 o más años, que » se están pudriendo»…
Con las liberaciones unilaterales es claro que la guerrilla está debilitada, y el Estado debería comenzar a planear una estrategia para la paz, para la salida negociada al conflicto…
La posición dura del Presidente está generando más crisis social, la crisis que se esconde en las historias humanas enterradas en el monte, la crisis que se esconde en las cifras de crueldad de los paramilitares, la crisis que se esconde en un congreso permeado por la parapolítica, la crisis que alimenta la insurgencia, la crisis que alimenta a los violentos…
Ya es tiempo de que la seguridad democrática demuestre a los colombianos de que está hecha, porque si la seguridad de los colombianos se está construyendo sobre el discurso de la guerra y de las armas, qué tipo de democracia, qué institucionalidad le estamos entregando a las próximas generaciones…
Desde la violencia de los años 50 los colombianos no hemos podido demostrar que somos una sociedad capaz de transformar el conflicto y construir a partir de las diferencias.
Y el que no conoce la historia está condenado a repetirla.
Debemos comenzar a construir un escenario de PAZ pero no a cualquier precio, la seguridad democrática tiene su razón de ser si doblega a los violentos y los conduce a buscar salidas negociadas y dignas para el país…
Si esto es lo que está sucediendo con las farc, entonces: ¿Cuál es el temor?, ¿Qué está esperando el Gobierno para poner sus condiciones?
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