El amor no es el amor, el amor nunca cambia y sólo es amor cuando soporta las tempestades. Esta película se me hace muy bien lograda y es una historia de amor que nos lleva a reflexionar sobre la forma como nos enamoramos.
Kate Winslet interpreta a Marianne una joven de campo, que vive con sus hermanas y su madre. Ella es solo sentimientos, nada puede ocultar, nada puede dejar de sentir sin expresarlo en una sociedad en donde expresar los sentimientos es signo de mal gusto, y más cuando de quien se enamora no posee más fortuna que sus sinceros sentimientos.
Por su parte su hermana Elinor es sólo sensatez, no expresa nada, ni confía en nadie, aún así se enamora de Edward Ferras, interpretado por Hugh Grant, un hombre también sensato, pero poco expresivo.
Además de la crítica social, la película plantea dos interrogantes: ¿Son los sentimientos los que deben guiar el camino del corazón? ¿Es la razón la que debe decidir y escoger?.
Si se deja que sólo sean los sentimientos los que guían el corazón será más fácil caer en la desesperanza, sobretodo cuando quien ha profesado amor, termina decepcionando.
Si el amor llega de manera sensata, entonces al final los sentimientos también buscarán la manera de salir del cuerpo y tampoco es bueno andar desconfiando, ni dejar de expresar lo que se siente, porque hasta se puede correr el riesgo de perderlo todo o de escoger a quien no se quiere.
Al final la película parece llegar a la conclusión de que son la sensatez y los sentimientos juntos los que deben convertirse en la forma de amar, aunque siempre será muy cierto que los sentimientos fluyen de tal forma que se hace difícil hacerlos pasar por la razón.
Buena película por la forma como recrea el estilo de vida londinense en el campo y en la ciudad, también por el guión que además de ser muy bello, viene acompañado de fragmentos de los sonetos de amor de Shakespeare.